Couvent des Minimes, una oda provenzal
Tectona les lleva a los Alpes de Alta Provenza para una estadía holística, rebosante de belleza y serenidad. Le Couvent des Minimes Hotel & Spa les invita a compartir una experiencia para sublimar los cinco sentidos, bajo la admirable luz provenzal. @Think Utopia
Una historia particular
En 1613, la Orden de los Mínimos dedicada a la predicación y la penitencia se instala en Provenza, donde el Marqués Forbin de Janson erige un convento cercano al pueblo de Mane. Más tarde, de 1862 a 1999, el convento será ocupado por las hermanas franciscanas. Transformado en hotel en 2008, es en junio del 2023, tras tres años de trabajos, que esta joya arquitectónica medieval pasa por un verdadero renacimiento.
Siendo propiedad del grupo L'Occitane, es transformado en un hotel de cinco estrellas y, en adelante, se cuenta entre las más bellas ubicaciones de Luberon.
Una arquitectura histórica enaltecida
La restauración y el acondicionamiento del convento se basan en el respeto por su histórico pasado y la excelencia de su acogida. De esta manera, las fachadas originales fueron conservadas. Los futuros huéspedes entran por las puertas originales de la antigua capilla transformada en lobby, cuya impresionante estructura culmina a diez metros sobre el suelo recubierto de piedras de Borgoña. Los dieciocho vitrales restaurados del siglo XVII bañan el espacio con una luz propicia para la quietud. Entre los tesoros revelados durante el transcurso de los trabajos, encontramos frescos igualmente del siglo XVII, donde el rostro de un ángel sigue atestiguando la cultura artística de este lugar colmado de espiritualidad.
Afuera, el paisaje provenzal se presenta en terrazas que cobijan jardines mediterráneos con aromas de garriga. Entre los estudiantes formados por las monjas del convento, Louis Feuillée se convertirá en botanista de Luis XIV. De sus expediciones en América del Sur, traerá nuevas especies de capuchinas, así como la fucsia. En cuanto a las hermanas franciscanas, ellas ocuparon las terrazas donde plantaron una gran cantidad de árboles frutales, además de viñas. Hoy en día, la tradición jardinera perdura con la presencia de almendros, ajenjo, romero, olivos y, por supuesto, lavanda. Sin olvidar la presencia del agua, que es retenida en dos estanques ornamentales.
El alma provenzal
La gran anfitriona del acondicionamiento es sin lugar a dudas la luz natural que baña tanto al convento como a los nuevos inmuebles que acogen el spa. En armonía con la pureza única del cielo provenzal, cada una de las 48 habitaciones y suites ofrecen una paleta de colores apaciguadores escalonados en tonos beige, blanco, rubio y crudo, además del verde que refleja los olivos de los jardines. Una serenidad que se vuelve a encontrar en el restaurante gastronómico, Le Feuillée, el bistró Pamparigouste y el bar L'Alambic, tres sitios dedicados a los sabores provenzales.
Los materiales elegidos para el mobiliario entran en sintonía con la suavidad del ambiente a través de la madera de roble, el lino, la cerámica, la terracota y el mimbre trabajados por artesanos locales.
Bienestar absoluto
Concebido para fundirse con el paisaje, el spa se extiende sobre 2500 m2 con una zona seca consagrada a los tratamientos y una zona húmeda multisensorial. Tectona ha ocupado el borde de las piscinas con las acogedoras tumbonas en teca de las colecciones Camarat y Southampton, así como la indispensable tumbona Copacabana y los sofás modulares Exeter que ofrecen su placentera invitación al relajo. Las mesas bajas en teca, cuadradas y rectangulares de la colección Duxford, marcan el ritmo de este espacio dedicado a la distensión. En cuanto a los parasoles Roma, ofrecen la sombra y frescura necesarias para mitigar los calores del sol, gran maestro de esta escapada al país de las cigarras.
