Cuando la Fundación Bemberg publica sus bancos

Texto escrito por Pierre Léonforte

Cuando la Fundación Bemberg publica sus bancos

Toulouse. Ciudad rosa y ladrillos rojos. Es aquí donde Georges Bemberg eligió establecer su Fundación inaugurada en 1995. Nacido en Argentina en 1915 en el seno de una familia originaria de Colonia y a la cabeza de un imperio industrial sudamericano, este mecenas-escritor humanista y dramaturgo en sus ratos libres, autor de una variedad de obras publicadas en Francia, fue un coleccionista ilustrado a cuya propia leyenda le encanta contar que la primera obra que compró fue un gouache de Pissarro, a la edad de 18 años. Realizó estudios eméritos - literatura en Harvard, piano en la clase de la gran Nadia Boulanger - tenía un pie en París y el otro en Nueva York, además de sus veranos en Venecia: con el paso del tiempo, logró reunir una colección de arte guiado sólo por las emociones estéticas igualmente evocadas por una tela que una escultura, por un mueble que una pieza de cerámica. De esta exigencia nacerá un extraordinario patrimonio de un eclecticismo refinado, además de raro, cubriendo cinco siglos de historia, y rico en obras maestras firmadas por Cranach, Veronese, Van Dyck, Della Robbia, Renoir, Zurbaran, Van Dongen, Dufy, Braque, Sickert, Maillol, e incluso Bonnard, su favorito. Sino, vea y vuelva a ver Clouet, autor del famoso retrato del rey Carlos IX, aquí en toda su majestad. Fallecido en 2011, y sin herederos directos, Georges Bemberg creó su propia fundación gracias al cual es posible admirar sus tesoros colgados de los bellos muros, recientemente renovados y ampliados, del venerable Hotel de Assézat.

El Hotel d'Assézat : una joya arquitectónica

El Hotel d'Assézat : una joya arquitectónica

Antes de albergar las colecciones de arte de la Fundación Bemberg, el Hotel de Assézat vivió un destino bastante agitado. Construido en un estilo renacentista a mediados del siglo XVI por el arquitecto tolosano Nicolas Bachelier, este edificio fue financiado por Pierre II d’Assézat (1515-1581) cuya fortuna se debía por completo a la producción de la hierba pastel, el "oro azul" invaluable para la industria tintorera occitana. Siendo, además, el tesorero personal de Leonor de Austria, segunda esposa del rey Francisco I, y luego otorgado el cargo de capitoul, Assézat verá cómo su influencia política fue destruida por las guerras religiosas. Al ser protestante, fue desterrado de Toulouse durante alrededor de un decenio, exiliado en Burdeos hasta que fue perdonado en 1572. Su hotel se mantuvo aún en propiedad de sus descendientes por dos siglos hasta que pasó a manos del barón de Puymaurin quien lo renovará siguiendo los gustos de la época antes venderlo en 1791 a una sociedad comercial especializada en maderas preciosas y objetos exóticos. El edificio encontró un nuevo propietario cien años después, en 1895, en la persona del banquero-mecenas Théodore Ozenne quien, a pesar de realizar su propia renovación, cederá el conjunto a la ciudad de Toulouse para albergar, en ese entonces dispersos por la ciudad, una variedad de sociedad científicas y académicas entre los cuales se cuenta la venerable Academia de los Juegos Florales (poesía), fundada en... ¡1323! 

 

Otro siglo más transcurrirá, y es la Fundación Bemberg que, en 1995, llegará a unirse a estas academias que residen en las instalaciones. Ladrillos rojos y piedras talladas: la apariencia general del Hotel de Assézat permanece siendo un manifiesto del estilo renacentista. Evidentemente patrimonial, el edificio ha sido recientemente entregado a un proyecto de renovación tanto técnico como museográfico a cargo del arquitecto Philippe Pumain junto a Jean-Louis Ribière, arquitecto jefe de Monumentos Históricos. Tres años de cierre para llevar a cabo este proyecto, el cual resultó en una reapertura al público hace ya unos meses. Y ahora alberga una nueva área museológica ampliada por los espacios adicionales de exposición bajo la dirección de Ana Debenedetti, en calidad de directora de la Fundación desde julio del 2022...  

Una colección de colecciones

Una colección de colecciones

Inaugurada en 1995, la Fundación Bemberg desveló sus tesoros acumulados como tantos dones y legados, al mismo tiempo que se visita y descubre, cargado de un decoro ad hoc, la casa de un coleccionista. Adiós a las telas impresas tendidas sobre los muros, a las instalaciones dictadas por reglas que se han vuelto obsoletas. Nueva paleta de colores murales uniformes, nuevas vitrinas, nueva distribución de obras expuestas según la jerarquía original: la antigua pintura de fines del siglo XV junto a la Monarquía de Julio en el primer piso; el arte moderno y vanguardista en el segundo con una treintena de obras de Bonnard. A estas dos "épocas" se une la colección de objetos de arte franceses e italianos del siglo XVI, aquél de un fabuloso mobiliario, abarcando desde el Renacimiento hasta el siglo XVIII, así como otra colección de esculturas de terracota y bronce. Un conjunto en aumento que se enriquece a través de una política de adquisiciones sostenida por la presidencia de la Fundación, actualmente en las seguras manos de Alfred Pacquement y su nueva directora, Ana Debenedetti. Esta última, apasionada por el Renacimiento italiano, anteriormente trabajó en el Victoria & Albert en Londres, el museo Jacquemart-André en París y en el Hotel Caumont en Aix-en-Provence. Bajo su ilustrada tutela, la Fundación Bemberg también organiza exposiciones temporales en las tres nuevas salas acondicionadas deliberadamente en la planta baja y el subsuelo del Hotel de Assézat. De esta forma, hasta el próximo 24 de noviembre, ahí se exhibe una exposición de fotografías con un título evocador: "Los paraísos latinos: estrellas sudamericanas".

Ubicado en Lausana y con un gran renombre internacional, la famosa escuela suiza de diseño ECAL siempre ha tenido múltiples iniciativas y concursos. Entre otros, se cuenta aquel que organiza para el Museo Picasso en París. Objetivo: diseñar asientos destinados al público visitante. Galardonada: la diseñadora Isabelle Baudraz por su banco Muse, en roble, modular, encajable, y producido por la casa Tectona en 2017. Es este mismo banco que, desde su reapertura, permite a los visitantes de la Fundación Bemberg concederse una pequeña pausa para sentarse a lo largo de las salas. Ana Debenedetti se percató del banco en la revista Tectona. "¡No fue hasta la segunda visita que lo vi en el museo Picasso en París!", precisa.

 

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