Las virtudes de la teca
Alrededor de 2000 años antes de nuestra era, la historia de la teca y los hombres empieza a brotar con fuerza en Asia tropical donde su madera era utilizada para construir templos y palacios. Sus cualidades de robustez y resistencia a las lluvias torrenciales que se producen durante los monzones ya la predestinaron a ser altamente cotizada por los arquitectos de antaño.
Loción de belleza: la lluvia
Hoy en día, la mayoría de los bancos en teca creados por Tectona, tal y como esta que tiene 40 años, no han sido movidos, aun cuando algunos de ellos se encuentran en jardines públicos. Como único signo visible de su avanzada edad, han adquirido a lo largo de los años una hermosa pátina gris plateada debido a su famoso aceite protector que no solamente los embellece, sino también los vuelve más resistentes a los caprichos del clima.
Historias de agua
Cerca de 4 milenios más tarde, en el siglo XVIII, los astilleros de la armada británica la explotaban para construir las cubiertas de sus barcos. Inmune al agua marina, la teca les garantizaba una longevidad excepcional. Un siglo después, una vez que su tiempo llegó a su fin, estos barcos fueron desmontados y la teca reutilizada en ebanistería para fabricar muebles de exterior, cuyas famosas bancas acogen, hasta el día de hoy, a los paseantes de los parques y jardines públicos al otro lado del canal de la Mancha.
Adaptada a la durabilidad
Su incomparable resistencia al agua y al clima es una virtud que la teca adquirió dentro de las húmedas selvas tropicales de donde es originaria. Rectas y rígidas, las fibras de su madera poseen un grano particularmente cerrado, ideal para la ebanistería, pero sobre todo producen un aceite protector, u “oleorresina”, que la transforma en una madera imputrescible, infranqueable para el agua, los insectos o la oxidación. Un cúmulo de cualidades que conforman este bello árbol dotado de un tronco vertical y cilíndrico, perfecto para ser talado en secciones enteras, las cuales son particularmente preciadas por Tectona.