Texto escrito por Emmanuel Ducamp
Le Bois des Moutiers
Readquirido por Sophie y Jérôme Seydoux en 2020, el grandioso parque normando conocido como el "Bois des Moutiers", en Varengeville-sur-Mer, ha sido recientemente restaurado bajo la dirección del paisajista estadounidense Madison Cox.
Para Madison Cox, una labor orquestada por el destino…
Quién le habría podido vaticinar a Madison Cox que volvería a venir al "Bois des Moutiers" alrededor de cuarenta años después de su primera visita en 1982... Por ese entonces, conoció a Mary Mallet, nuera del creador del lugar, Guillaume Mallet, la cual también se adhirió a los esfuerzos por revivir el jardín a partir de 1954, tras la paréntesis y los daños ocasionados durante la Segunda Guerra Mundial. Durante esta primera incursión, e incluso en mayor profundidad durante su segunda visita en 1992, una cosa le quedó muy clara y evidente: el "Bois des Moutiers" no es un parque como los demás: posee alguna cualidad bien propia, como si de un espíritu particular se tratara, o aquello que podríamos llamar alma... Cómo no maravillarse entonces con la señal del destino cuando, en mayo del 2019, volvió a venir una tercera vez acompañado de sus nuevos propietarios, quienes le confiaron su renacimiento...
¿Qué es lo que conforma el alma de un jardín? Su ubicación geográfica desde luego, sus hondonadas y sus llanos, la naturaleza de su tierra, de qué forma está orientada en cuanto al movimiento del sol y la manera en que capta su luz... todo aquello que había incitado a Guillaume Mallet a instalarse en ese lugar en 1898 para, ya desde entonces, sacarle el máximo provecho.
El alma de un jardín
El reto original no era para nada simple... La bella vista sobre el mar se abría directo al norte, con un pequeño valle inmediatamente encajonado; hacia el sur, un espacio relativamente limitado estaba cortado por el camino de acceso a la casa. Lo cual incitó al gran arquitecto británico Sir Edwin Lutyens y su socio paisajista Gertrude Jekyll a crear jardines muy estructurados de aquel lado sur, que se apoyaban sobre grandes murallas delimitando estas recámaras de vegetación, incluso antes de llegar a la casa. Del otro lado de este último, "del lado mar", Guillaume Mallet había dejado a "la naturaleza" – y un paisaje menos formal, "a la inglesa" – retomar sus derechos, aprovechándose de la acidez de la tierra y de la posibilidad de plantar azaleas y rododendros, por los cuales el "Bois des Moutiers" se hizo célebre. Con el transcurso de los años, si bien el espíritu del jardín estaba siempre presente, aparecieron múltiples debilidades que gravaban sus posibilidades de sobrevivir a largo plazo, y hacían que una restauración en profundidad se volviese más que necesaria tras el cambio de propietarios.
Ya que el alma del parque era tan fuerte, "más fuerte que el ego de un individuo", según las palabras de Madison Cox, a sus ojos y a aquellos de Sophie y Jérôme Seydoux, era de suma importancia abordar el proyecto con humildad: honrar y preservar serían sus principios primordiales.
Un respetuoso trabajo de restauración
Para preservar, se debió primero trabajar "en profundidad", ¡y hacer "todo aquello que no se ve"! Cuánto se suele olvidar que la perennidad de las plantaciones muchas veces recae en la calidad de la tierra y su drenaje, sobre todo en un terreno ondulado, en una región de Normandía inundado de agua... La refacción de todos los drenajes, y la creación de las reservas de agua, entonces constituyó la primera etapa esencial del proyecto. En un parque antiguo como lo es el "Bois des Moutiers", el análisis del estado de salud de los árboles se erguía como la segunda, para determinar los sujetos a eliminar, aquellos a conservar y, entre estos últimos, los que se deben fortalecer con una poda apropiada. En tercer lugar, debido a que la proximidad del mar es una de sus características cruciales, era indispensable volver a abrir una bella vista sobre el mar en la parte baja del parque, justo arriba de los prados donde Monet a menudo venía a pintar...
Gracias a todos estos trabajos, llevados a cabo por Madison Cox con la colaboración de Fabien Caumont, Erik Moraillon y Guillaume Proust, siguiendo los principios bajo los cuales se rigen – "plantar pequeño" o "hacer mejor antes que hacer rápido" – así como con la reapertura del parque al público en el marco de las visitas guiadas, con el fin de perpetuar la filosofía de compartir la belleza, tan esencial para sus nuevos propietarios como para los antiguos, el futuro del "Bois des Moutiers" parece estar afortunadamente y claramente trazada. Es también necesario rendirle homenaje a Sophie y Jérôme Seydoux por haber hecho este renacimiento posible, 125 años después de la creación de uno de los más bellos ejemplos de jardines franceses "a la inglesa"...
Nuevas plantaciones y proyectos para el porvenir
De forma paralela a la restauración, también se emprendieron nuevas plantaciones, ya que un lugar como el "Bois des Moutiers" nunca debe permanecer estéril o congelado. Un laberinto de tejos, así como alineaciones de árboles frutales en espaldera, entonces vieron la luz del día en el antiguo huerto, mientras que la colección de arces japoneses se enriqueció en la parte baja del parque, además de hacerse una plantación de sauces arriba de una de las vistas sobre el mar. Por otra parte, se tomó la decisión de no ampliar la colección de rododendros, ya que era demasiado representativa de la época de su plantación y no fue exageradamente aumentada por las nuevas variedades introducidas en la década de 1960.