Los Jardines del Palacio del Lude
Es una larga historia que une a Tectona con los jardines. Una historia de amor, de pasión, de transmisión. Los mismos valores que constituyen la tierra fértil de los jardines del Palacio del Lude, joya arquitectónica del Sarthe cuyos orígenes se remontan al siglo X. Un entorno denominado "Jardín excepcional" en 2004, a las puertas del Anjou, es donde les lleva la revista T, para hacer una visita entre el pasado y el presente.
Un edén al borde del loira
El sol se levanta sobre el Palacio del Lude, mientras que las aguas del Loira recubren las tierras aledañas de un espeso manto de bruma. Pronto, los rayos del sol vendrán a bañar con su dorada luz los jardines en terrazas sobre los cuales la Condesa Barbara de Nicolaÿ amorosamente vela. Si sus contornos fueron esbozados a partir del siglo XVII, es ante todo el paisajista Édouard André (1840-1911) a quien debemos sus trazos actuales. Una herencia que la señora del lugar no dejó de mantener y sublimar desde hace cerca de cuatro decenios. Si esta obra de teatro a cielo abierto se convirtió en la fama del Lude durante cuarenta años, su interrupción, en 1996, permitió que los jardines respiraran. La escena está libre: lilas, dafnes y eléboros ahora pueden proliferar...
"Cuando llegué al Palacio, durante los años 80, los jardines se veían como congelados. En esa época, el terreno estaba organizado como un espectáculo de luz y sonido que ocupaba todo el espacio, de alguna forma." Barbara de Nicolay
Los secretos de la tierra
Con paciencia, Barbara de Nicolaÿ aprendió el arte de la horticultura y de la botánica. El señor Martinet, el antiguo jardinero, le revela sus secretos: la poda de los rosales, el esqueje de la madreselva, el sembrado del mastuerzo. También comparte los secretos del Lude, de los tiempos antiguos, antes de la guerra. Mediante estos trabajos de acondicionamiento y de los golpes de la tijera de podar, los jardines recobraron vida: el huerto de una hectárea y media, hoy en día se cultiva con técnicas de permacultura alrededor de un Naranjal.
En 1997, el jardín de Éperon, ubicado a los pies de la fachada del Palacio, ha recuperado a su vez sus títulos de nobleza gracias a la complicidad del paisajista Augustin d'Ursel. En el sitio de este antiguo punto de defensa, un laberinto de boj, así como una rosaleda, prometen escapadas repletas de sorpresas, marcadas por el ritmo del resplandor de las Clementina Carbonieri, Archiduc Joseph y otras plantas híbridas de té.
En el jardín a la francesa, más abajo, el arte topiario de los tejos y las magnolias ha remplazado los imponentes geranios, mientras que las tranquilas aguas de los estanques dibujan un impactante contraste con el alegre fluir del Loira y la llanura agrícola, sobre la ribera opuesta. Pero es en el jardín de la Fuente, que hace la transición con el parque arbolado, al sur del terreno, que Barbara de Nicolaÿ nos ha confiado que prefiere pasar el tiempo. Allí, al borde del paseo botánico donde se deleitan los árboles originarios de la China recolectados por el coleccionista Jacky Pousse, un jardín de arbustos de florecimiento perfumado ofrece, tanto en verano como en invierno, una maravillosa experiencia aromática...