Louis Benech: el poeta de los jardines
De Aviñón a Auvernia y de Versalles a Villandry, apenas existen rincones en Francia que no hayan pasado por la mano experta y elegante del arquitecto paisajista Louis Benech, establecido en París. Renombrado por su facilidad de capturar los espacios y su conocimiento de plantas como ningún otro, Benech inició su odisea hortícola bajo los mejores auspicios.
Una vida enriquecida al antojo de los encuentros y al descubrimiento de las plantas
Atribuye a sus dos abuelas, de quienes dice que eran ambas dos "jardineras claramente apasionadas, pero no muy dotadas", así como a su madre, el crédito de haber alimentado su talento desde la más tierna infancia. Con el permiso de Madame Mallet del Bois des Moutiers y de Jelena de Belder de Bélgica. A los 7 años, el joven Louis sembraba semillas de capuchinas en el balcón parisino de su abuela paterna, para luego trasplantarlos al jardín de su residencia en el País Vasco, cuya habitación daba hacia un parque: 'había un pequeño valle, muy lindo, con una granja situada al este'. El jardín de su abuela materna estaba invadido de viejos perales que siempre amó, solamente perales, y de algunos Iris unguicularis, o Iris de Argelia, que ella había llevado desde la casa de su infancia hasta el sur de Francia.
Estos fragmentos de conversación con Louis resumen una vida de intensa observación, mientras sus recuerdos están marcados por los lugares, los relieves del paisaje, la arquitectura y, desde luego, siempre las plantas.
Un maestro del modernismo y la atemporalidad
El maestro francés en la concepción de jardines dispone de un portafolio de clientes que se extiende desde departamentos hasta personalidades y lugares de prestigio. Además ha trabajado de forma notable en incontables monumentos históricos. Las ruinas de Jumièges actualmente están sobre su mesa de dibujo. Louis también es la persona de referencia cuando se trata de adaptar las obras de Russell Page o de Achille Duchène a las restricciones y vida del siglo XXI. Se ha convertido en un maestro en el arte de la funcionalidad y, al ser felicitado por la belleza de sus creaciones, tiene la tendencia de rechazar los elogios replicando que se trata simplemente de un resultado funcional más que un trabajo artístico. La extraordinaria belleza de los canales dibujando grecas griegas que diseñó para conectar viejos estanques en el marco de un proyecto en Sologne es un ejemplo de ello, un guiño a un dispositivo que él había visto en antiguos mapas de la propiedad, pero que él relegó al rango de un proyecto "más bien ligado a la circulación del agua que al esteticismo". Para todos los demás especialistas, aquí se trata más bien de un matrimonio magistral entre el modernismo y la atemporalidad.
Claramente existe un "estilo Benech" pero no es tan fácil de identificar: no encontramos muchas repeticiones en sus jardines, las soluciones que proporciona y las situaciones a los cuales se enfrenta son tan variadas como lo son numerosas.
Una hábil fusión de funcionalidad y poesía
Una gran cantidad de sus proyectos recurren más a la depuración y la simplicidad que a la añadidura o el exceso. Louis es por sí solo una enciclopedia de la horticultura, lo cual le permite enfrentar cada situación con una incomparable facilidad, sea otorgándole a un hotel particular del VII Distrito de París la sensación de encontrarse en el corazón de un bosque, con un sotobosque rebosante de cornejos abigarrados y de cerezos en flor, o bien creando un arboreto de robles raros a partir de bellotas. Louis Benech ha cavado un surco discreto pero emérito en el diseño francés, con la imagen de las vistas vivaces que él mismo orquestó en su obra, la tierra y el cielo fundiéndose en uno, en una mezcla extraordinaria de funcionalidad y poesía propio de Louis Benech.