Sombrilla Roma : Los secretos de un best-seller
La palabra "parasole" aparece por primera vez en Gênes durante el siglo XIV. En esa época, el término se refiere a una gran sombrilla bajo la cual los dignatarios se resguardaban de los rayos del sol. Rápidamente, entra en la vida cotidiana, particularmente en los mercados romanos donde, desde entonces, protege los puestos de los horticultores, principalmente del sol, pero también de la lluvia. Varios siglos pasan antes que la moda de bañarse en el mar, durante la década de 1920, le otorga una segunda juventud. Después de una breve desaparición debido al furor del bronceado, vuelve con fuerza a lo largo de los años 80 sea en la playa, los jardines, o incluso en las terrazas de los cafés.
En el corazón del taller romano
En 1986, Tectona crea Roma, una sombrilla que se convirtió, con el paso de los años, en un verdadero icono. Desde hace cerca de 40 años, su fabricación ha sido confiada al mismo taller romano cuya maestría técnica tradicional y artesanal se transmite de una generación a la otra. Cada detalle de Roma ha sido estudiado y puesto a punto para dar forma a esta sombrilla como si fuese una pieza única. El mástil no es moldeado, sino tallado a cuchillo desde la madera de pino Douglas que presenta una dureza notable. Las varillas de madera que sostienen la tela también son talladas a mano y perfectamente insertadas en el mástil. Cosida a mano, la tela superior en lona de algodón crudo impermeabilizado o bien en tela de color Sunacryl® viene coronada por un sistema de ventilación que tiene como fin evitar que se vuele con el viento. Finalmente, una sólida base de acero fundido asegura la estabilidad perfecta de la sombrilla.
A cada cual, ¡su sombrilla Roma!
Si bien la tela en lona de algodón crudo continúa siendo la referencia clásica, Roma también viene en doce colores diferentes, como una alegre evocación de los mercados romanos. Redondas, rectangulares o cuadradas, sus toldos también están disponibles en doce dimensiones distintas según la superficie que se quiere cubrir.
" La belleza deleita los ojos, la suavidad cautiva el alma."
Voltaire
Los buenos gestos
Una vez que la bella estación ha pasado, basta con lavar la tela con un chorro de agua, después de haberla desempolvado, sin utilizar detergentes. Una vez que la sombrilla está completamente seca, se aconseja enrollarla en su funda de protección con el fin de evitar posibles exposiciones a la humedad.
Roma, Ad vitam æternam!
Al cabo de varios años, si el toldo muestra signos de fatiga, Tectona dispone, en Normandía, de un servicio donde un artesano formado en el taller romano se encarga de engalanar Roma con un nuevo tejido para otorgarle una vida renovada.